Únicamente hay que descender dos escalones para acceder al maravilloso mundo del perfeccionismo… porque esa es la sensación inicial que predomina cuando se contempla la extraordinaria obra belenística del sanluqueño Rafael Martínez para la pasada Navidad de 2015.
Sensación de plenitud, de que todo es bello, de que todo está en perfecta armonía, de que todo está en su lugar, que no falta nada, que no sobra nada… y es que Rafael Martínez (Rafa) ahonda su inspiración en la naturalidad de los belenes tradicionales que montaba su madre cuando era pequeño o en la tradición belenista que observaba cuando acompañaba a su padre visitando los belenes de Sanlúcar, pero lo eleva a la máxima expresión alimentándose de los principales artistas clásicos y contemporáneos de la historia del arte.
Por ello, en su nacimiento se dan citan las más depuradas técnicas artísticas, como son la sucesión de Fibonacci o divina proporción, así como una cuidadísima iluminación más cercana a la luz del Renacimiento Fiorentino que a lo que se podía esperar en la iluminación de un belén, trasladando con esto al espectador a un estado de embelesamiento ante tanta belleza y, en algunos casos, a una profunda experiencia de religiosidad popular.
Una vez que ésta cascada de impresiones dejan paso a la realidad, lo primero que atrae la atención es la prodigiosa representación de la Sagrada Familia, fruto del trabajo conceptual del propio Rafa y de las maravillosas manos del escultor Abel Ruiz Crespo, que una vez más alcanza el culmen de la recreación belenista con estas nuevas tallas.
En la escena es la Virgen María quién ocupa el papel principal, atrayendo por su esplendor casi todo el protagonismo de la composición, sosteniendo en sus brazos al Niño de Dios que, a su vez, juega con un mechón de pelo de la Virgen. Junto a ellos, San José observa con ternura la escena apoyado en el buey mientras que la mula se mantiene en la proximidad.
En esta ocasión el montaje belenístico está dedicado al padre de María Parejo (esposa de Rafa y corresponsable de la autoría de belén), estando plasmadas estas intenciones en la cantidad de pequeños animalitos que pululan por el belén, como homenaje a toda una vida de admiración y servicio a estos animales. Aunque realmente pienso que la representación de este año contiene además una dedicatoria encubierta a la propia Maria Parejo en su papel de madre, convergiendo toda la composición de la obra en la figura de la Virgen María, humanizándola y centrando en ella todo el hilo argumental.
Respecto al resto de la escenografía se podría escribir hasta la saciedad… hay una fuente, un árbol, un arco, un río… pero dejaré que cada uno adopte sus propias impresiones al contemplar la escena.
El perfeccionismo bien entendido y canalizado lleva a la excelencia, punto en el cual el sanluqueño Rafael Martínez se encuentra para obsequiarnos a todos con estas auténticas joyas del belenismo.
Gracias Rafa y María por vuestra generosidad, hospitalidad y por compartir vuestra pasión con todos nosotros.
Adjuntamos algunas fotografías del belén.